lunes, 8 de junio de 2009

Interviniendo en el SLJK


Por: Diego F SAldarriaga

Andaba desplatado, en la inmunda, ilíquido, y sin trabajo. Un profesional, recién egresado de una de las mejores universidades del país, cuyas calificaciones fueron sobresalientes, ¿y sin trabajo? ¡abrase visto!. Organicé mi vida en una hoja, y armado de actitud, me propuse tocar cuantas puertas fueran posibles. Pero, ¿A dónde se dirige un profesional en Gestión Cultural y Comunicativa? ¡ha! .

Tocando puertas, me encuentro con una propuesta, admito que no fue la mejor, en ese momento la única, como interventor del proyecto: Consolidación del Sistema Local de Juventud de Kennedy, y me encause en infinidad de tramites para poder obtener el empleo. Me pidieron entre 15 y 20 documentos de distintas índoles y dependencias, algunos de los cuales ni siquiera tenía idea que existían, o para que sirven. Este proceso requiere una buena inversión de tiempo y dinero, y de hecho sabrán, que cuando uno es desempleado, lo primero le sobra y de lo segundo ni siquiera se acuerda ya. Pues a pedir prestado por todo lado. Acudí a familiares, amigos, tíos, vecinos... recordaba la publicidad de aquel banco: ¿y es que usted no tiene amigos pues?

Afortunadamente todavía les debo y no tuve que recurrir a una de esas entidades que me desollarían vivo, y que me exprimirían hasta el último centavo de mis amigos, tíos, vecinos etc.
¿RUT? Listo, ¿RIT? Presente, ¿Pasado Judicial? Mmm hecho, ¿antecedentes disciplinarios?... en orden, noviembre de 2008: ¿cuando empezamos?: Por ahí en febrero. En estos momentos lo único que puede hacer uno es reír. Eso sí, Firmamos contrato, pero tiene que pagar un seguro de cumplimiento y garantía de calidad… ¡por eso le digo! (para los que recuerden la película: La gente de la universal), lo único: reír.

Desde entonces, pasé de trabajar en una productora de cine: “difícil de pagar II” a un parqueadero en Paloquemao y como siempre moviéndome con mis iniciativas que por el momento no generan muchas ganancias económicas, pero si ganancias, ¿Cómo decirlo para no parecer tan jipi? Espirituales… no, personales mejor.

Logrando llegar vivo hasta el inicio del contrato, después de pasar por la desenmarañable trama de la burocracia administrativa, iniciamos contrato. Ahora tengo que vigilar que los manes de cierta fundación y su particular coordinador no se vayan a robar la plata del proyecto y le ofrezcan a la juventud de Kennedy, ese espacio que se ha venido buscando hace tres ejecuciones. Dos meses después, la verdad ni siquiera ha habido plata que robar… ¡por eso le digo!
El contrato solicita consolidar el sistema, se asume que hay algo hecho. Por alguna extraña razón y de verdad no quisiera comprometer a nadie pero con el ánimo de herir susceptibilidades, las anteriores ejecuciones no lograron este objetivo. La idea es que ruede solo, vincular pelaos que estén interesados y aprovechar esta digamos, oportunidad, que nos ofrece la alcaldía para hacerlo nuestro, y eso lo hace la gente, o sea: usted estimado lector.

Se esta haciendo lo estipulado por el contrato, sí, pero el contrato se va a acabar, y me he encontrado con gente que pareciera que de verdad quisiera participar, otros que están “capando clase” y otros que van solo a criticar y no a proponer. Se preguntó a los jóvenes asistentes por los aparatos ideológicos del estado, (como la familia, la iglesia, la escuela, etc.) y preocupantemente, parecía más una quejadera, que una exposición de ideas.

Al parecer estamos entrenados para quejarnos y tener excusas para dejar la realidad y nuestro diario devenir tal cual esta. Me inclino más bien en pensar que “la revolución no esta en un discurso, de Lenin o del Che… esta en cada uno, de frente a la vida”. No me gusta quejarme sino actuar, y no dejar a un lado mis ideologías casi en ningún momento de mi cotidianidad.

Aún esperando el pago del primes mes de ejecución, estoy haciendo parte del comité de redacción de la revista, no solamente por mi contrato, sino por el interés que me estimula consolidar este proyecto y su revista, la cual puede ser una ventana para evidenciarnos como juventud de Kennedy, de opinar y sobre todo de proponer.

No siendo más el motivo de la presente, no me queda más sino seguir endeudándome para pagar mis deudas, e invitarlos a prestarme dinero y a hacer parte del SLJK así comoortunadamente yo tengo la oportunidad de participar.
Nos leemos en la próxima revista.

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